Mikey233Please respect copyright.PENANAhjyxpFHXnw
—La castigaron sin móvil todo el finde y ese día no pudo ir a casa de su amiga.
—¿Solo eso?
—Fue su culpa que te cayeras, pero no te pasó nada y te ayudó.
Red me mira divertido. Estamos en la acera, justo al otro lado de la entrada de mi colegio. Él irá al instituto, pero me ha venido a buscar hasta aquí.
—¿Dijiste algo? —me pregunta ahora muy serio.
Pongo expresión de duda. Él no pestañea. No sé si dejarlo así a ver cuánto aguanta.
—¿Decir qué?
—Sé que me viste.
Ah. Así que se refería a eso. Se me había olvidado.
—Sí, te vi saliendo de mi jardín luego de que mi madre y Kaimi fueran a buscarte por el pueblo.
—¿Ves como nos estamos entendiendo?
Frunzo el entrecejo lentamente. Intento que parezca que estoy incómodo.
—¿Y bien? ¿Dijiste algo?
—No.
—La verdad.
—Es verdad. Pero no lo hice por ti.
Él se ríe. Seguro que no lo entiende.
—Mi madre ya se estaba enfadando por tu culpa —le explico—, y mi hermana ya se había calmado. No hacía falta complicarlo más. Además, no hubiera servido de mucho contarlo.
Red asiente, pero no parece muy convencido. Cuando estoy por despedirme, me empuja agresivamente la cabeza hacia abajo. Solo veo sus pies mientras susurra en mi oído izquierdo:
—Sé cuando alguien dice la verdad porque vivo entre mentiras. Y tú has sido sincero. Podríamos decir que te debo una —dice por último, y me revuelve el cabello castaño oscuro.
Eso lo recordaré. Tienes pinta de ser ese tipo de personas a las que puedes pedir todo tipo de favores. Y te acabo de salvar de una buena.
Me deshago de su muestra de “afecto”.
—¿Puedo irme ya?
—Sí, claro. Si prometes no volver siquiera a pensar sobre lo que viste el otro día y sobre esta conversación. —Me quedo en silencio—. Si no lo haces, no te deberé nada. Y si llegas a cantar, asumirás las consecuencias.
Un escalofrío recorre mi columna vertebral. ¿Eso ha sido una amenaza?
Aún confundido, Red me exige:
—No tengo todo el día. Y tú tampoco.
—Yo…
—¡MICHAEL!
Giro mi cuerpo hacia la derecha. Detrás de Red, mi hermana mayor se acerca rápidamente.233Please respect copyright.PENANA0spLtA87X7
Kaimi233Please respect copyright.PENANAcvIzdywn9O
—¿Qué le haces a mi hermano? —espeto y me interpongo entre ellos.
Parecerá que estoy exagerando, pero acabo de ver a ese niñato sujetándole la cabeza a Mikey y diciéndole algo al oído. Eso no significa nada bueno.
Red dirige sus bonitos ojos, que no merece tener, hacia mí; tan solo por unos segundos.
—Dame una respuesta —pide a mi hermano.
Tiene la cara de ignorarme el tío.
—No te va a dar nada —le dejo claro—. ¿Qué le estabas haciendo?
Mi mirada ahora mismo mata. Puede que hasta eche chispas.
A un lado, en concreto mi izquierda, Selena y Jack contemplan la escena en silencio.
—Solo charlábamos. No te enfades.
Red sonríe y levanta los brazos en son de paz.
Yo me acerco a él. Intento que mis manos no lo toquen. No sé si mis puños podrán obedecer mi orden de permanecer en calma.
—No he olvidado lo del sábado —casi le escupo.
—Yo tampoco. Es difícil deshacerse de cosas como esa.
—¿A dónde coño fuiste? ¿Crees que esa era la solución al problema?
—Si no me hubiera ido, ¿se habría solucionado? —Habla con desdén, evitando contacto visual conmigo—. ¿Necesitas algo más de mí?
—Una disculpa. Y una explicación que me justifique tus acciones: la de ese día y la de ahora. Si no, seguiré pensando que eres un cobarde desagradecido y un idiota que se atreve a meterse con mi hermano.
—No le he hecho nada —afirma fijándose en Michael—. ¿Verdad?
Por encima del hombro, noto que él asiente.
—No sientas miedo, Mikey. Sus amenazas no sirven de nada. ¿Qué te ha hecho?
—No, en serio. No me ha pegado, ni nada. Solo hablamos.
Frunzo mucho el ceño. Seguro que ya tengo arrugas.
—Espero por tu bien, Red, que eso sea cierto.
Por el rabillo del ojo, veo que Selena levanta las cejas. Ya lo estaría intuyendo, pero con esta última oración, le he confirmado que este niño es el algodón podrido del que hablamos esta mañana.
—Vamos, Michael. Solo tienes que decir «Lo prometo», y podré irme.
—¿Qué tiene que prometer?
—Nada que te incumba.
Chasqueo la lengua y con un rápido movimiento lo agarro del cuello de la negra sudadera.
—Soy su maldita hermana, solo tiene doce años. ¿Crees que dejaré que hable con desconocidos como tú?
Red no parece asustado por mi gesto.
—Si hasta sabes mi nombre, ¿cómo que desconocido? —responde con sorna.
—Explícate de una vez.
—Oh, perdona. Me fui porque quise y hablo con tu hermano porque puedo. ¿Ya?
—Joder, no sabes tomarte nada en serio.
—¿A estas alturas te vienes a dar cuenta?
—Tienes una personalidad de mierda.
—Gracias. Tú también.
Siento el enfado brotando en mi interior. Queriendo manifestarse en mis extremidades, para llevar a cabo un acto posiblemente violento.
Finalmente me controlo. Respiro despacio.
—No mereces la pena. No voy a enfadarme porque lo seguiré haciendo cada vez que vea tu estúpida cara, así que te lo ahorraré.
—Una mujer encantadora.
—Cállate. No te vuelvas a acercar a mi hermano ni a nadie más de mi familia.
Red mira de reojo a mis amigos.
Tiro de su ropa para que se centre en mí de nuevo.
—A ellos tampoco. No nos conoces a ninguno.
—Si tu querido hermano me promete lo que antes discutimos, te juraré a ti esto —chantajea mientras sonríe gratamente. ¿Le estará divirtiendo todo este numerito?
—Que te den —le contesto.
—«Las maldiciones no van nunca más allá de los labios que las profieren», William Shakespeare.
—¿Quieres apostarlo?
—Kaimi. —Es Mikey, a mi espalda—. ¿Podemos irnos ya? Red. Te lo prometo. Cumple tu parte.
—Lo haré.
—Entonces júralo, imbécil.
—Tranquila, Kaimi con K. Lo juro, lo juro.
—Hazlo por algo que te importe.
—Lo juro por mi madre.
Nos quedamos callados por un corto tiempo.
—¿Tienes madre? —cuestiono.
Él muestra una media sonrisa.
—No.
—Eres un…
—Red. —Mi hermano corta mi insulto—. Tienes que jurarlo.
—¿Y si nada me importa?
—Acabarás mal herido por no hacerme caso —le aseguro.
—Qué miedo. ¿Has visto, Michael? Tu hermana no se calmó del todo, en eso me mentiste.
—Hazlo de una puta vez —le ordeno.
Él se ríe y cierra los ojos como para buscar algo en su mente que pueda salvarlo.
—Que me importe… importar, importar… No suelo ser de los que se preocupan por más que uno mismo, ¿sabes? Mmm… que me plantee en esta vida como necesario… Ah, claro. —Abre los párpados—. Ya sé. Lo juraré… por el día de tu muerte.
Por un segundo no capto lo que dice. Pasa otro más, y le suelto bruscamente el cuello de la prenda para empujarlo lejos de mí.
—Eres un capullo, ¿lo sabías? ¿Sí te importa cuándo muera? No me jodas. ¿Esperas que me lo crea?
—Acabo de admitirlo, ¿no? —dice al tiempo que hace un par de signos con las manos.
No tengo ni idea de que significan.
—Ya, sí. Y una mierda. —Le señalo mi dedo medio—. Hasta nunca. —Y empujo a mi hermano por los hombros para volver lo más rápido a casa, sin siquiera acordarme de que he dejado tirados a mis amigos.233Please respect copyright.PENANAkWLPmuBmts